Esta pintura muestra personajes populares en vestidos típicos, dentro de una taberna tocando la copla, un género poético español tradicional. Esta composición exhibe estereotipos populares, referencias a la vida cotidiana y crítica social. Es representativo del género costumbrismo.
Los intelectuales extranjeros y los viajeros desempeñaron un papel fundamental en hacer de España el país romántico por excelencia. Estos pintores no convencionales adaptaron la visión y el repertorio del costumbrismo andaluz estableciendo una iconografía que duraría durante todo el siglo.
Artistas andaluces, como Manuel Cabral Bajarano, continuaron con esta tradición y se prestó especial atención a la gente común como representantes de lo tradicional y lo auténtico. Los pintores de Sevilla hicieron estas pinturas casi en una serie, para satisfacer la demanda de extranjeros y de la burguesía, nuevos clientes que disfrutaron de las escenas pintorescas.
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